Poèmes
   
   
   
   
   
 

Al-jawashin

Qassim Haddad- ameen saleh
(Bahrain)

Aquellos eran sus sacrificios:

Se peinaba el cabello por la noche, sola, descubierta al aire libre, sin mas companero que una vela, cuya llama coqueteaba con el viento que la rozaba. Por qué no dormia a esas horas como hacian sus compane ras?
Se levantoó al poco pesadamente, tomó la vela y se fue. Quien la viera pasear asi entre los campos, pensaria que era una guardiana que revi saba los rincones del pueblo. No podía dormir y habia intentado entrete ner el insornnio hasta aburrirse. Salioó a la busqueda de seres mas atracti vos y sorprendentes. Un pajaro azul voló sobre ella, alzo la cabeza, pero ya se habia ido, dejando tras él una estela blanca que enseguida desapa reció. Se acercó a un roble, que imitaba las campanas de dia, y, por la noche, sus ramas se coronaban de nieve, tanto deseaba disfrazarse.
Se sentó bajo él, puso la yela a su lado y apoyó la espalda en su tronco moteado de blanco. Quiza adornara con sus mechones una cho za donde vivieran las profecias; pero ellas eran aladas, y nadie conocia sus trayectorias. Por ello no podia prever lo que iba a suceder. Al final de la noche, apagoó la vela, y el roble se despojoó de su camisa de nieve.
Se dijo que ella estaba dormida profundamente cuando la sorpren dieron las punaladas. Se contoó que ella habia sonado su muerte y habia pedido auxilio al Senor, que le acaricioó el pelo y la tranquilizoó... Se rumoreoó que ella se habia despertado asustada y había intentado aranar- les sin saber que sus unas eran transparentes como la luz. Se supuso que habia sido una matanza donde habia reinado la destruccioón total. Ella buscoó su vela sin hallarla; recogioó sus ropas remendadas con hilos de sangre; tomoó la jarra y se fue descalza en direccioón al río. Halló al rio palpitando, se sentoó a la orilla y lloroó.

La creacion empezo en el destierro:

los marineros se esparcieron con calma bajo las cortinas de la tor menta, alzando los compases y los catalejos mojados en la aventura. No se habian dado cuenta de las islas ecuatoriales que les apuntaban con los ananas y los cocoteros, mientras el halcoón, el capitan de la nube, peno raba con su pico metalico el vacio y conducia a las naves vacilantes orgullosamente hasta unos continentes inexplorados.
Eran unas naves que conocian la disputa y la lengua de la tormenta,
y ademas apreciaban la amistad de las olas a pesar de su volubilidad. los blancos tiburones se atrincheraban detras de los despojos de un pul po gigantesco y escuchaban fascinados aquel dialogo, que no estaba exento ni de claridad ni de rareza. Unos esforzados barbaros, proceden tes de unas cuevas lejanas, hablan entrado en la infancia del agua, aca rreando consigo unos sagaces pueblecitos para fundar los reinos del oro. Con sus poderosos antebrazos lanzaban al aire el sueno de poseer todo el universo, y sus oscuras canciones se inflamaban cada vez que amenazaban una sociedad en decadencia donde sus miembros luchaban entre si.
Habia una isla rebosante de gacelas y de plataneras. En sus riberas vivian prostitutas abstemias de sexo, que deban lecciones de quimica y de astronomia. En la otra orilla estaban los comerciantes de madera, esencias y tejidos; se habian acostumbrado a hacer apuestas sobre los cambios marinos mientras oteaban en sus relojes de arena la agonia de la tormenta. Luego transportaban sus mercancías a regiones vecinas que todavía no conocian el trueque.
Las contradicciones se concentraban en esta isla, pues sus elemen tos no eran homogéneos: La jirafa se asociaba con los depredadores; la serpiente tenia como recurso la sabiduria y era piadosa; la mujer cam biaba de sexo; el nino pasaba a la madurez cuando lo deseaba, y el hombre podia reunir en un mismo ser la virilidad y la femenidad. Cada cual podia tomar otro rostro y otra ocupacioón. Hasta las estaciones, que se habian distinguido por la exactitud y el equilibrio, no se ajustaban a un solo eje de temperatura. Habian perdido a su jefe que se habia degradado hasta la mendicidad. La isla podía también disfrazarse bajo el aspecto de una nube o de una caracola, trasladar sus pozos y sus arboles de un lugar a otro, allanar sus promontorios o curvar sus campos, y también aparentar valentia o locura. Hacia todo aquello para protegerse a si misma de los corsarios alados, que la acechaban desde todos los lados, y no se daba cuenta de que hacía tiempo que ya se habian mar chado con los geoógrafos a lejanas tierras, cuyos tesoros todavia no se habian descubierto.
Se fueron con sus bromas exhuberantes y sus nobles sentimientos, llevando consigo pocos alimentos y mucha lastima por la partida.
Se ausentaron igual que nuestros antepasados entre los mapas de la noche, habiéndose atado la bravura a las munecas, sumergidos en la soledad de la sangre. Miraron, con una oleada de anhelo, el destello de un puerto, que les transmitioó después un miedo incontenible y les secoó sus lagrimas avergonzadas en el momento en que les hería la vida erran te.
Transcurrira largo tiempo antes de que las islas comprendan toda la sensibilidad de sus sentimientos y la nobleza de sus aspiraciones. Les debia de haber amado y haberles acogido amablemente en lugar de con denarles a la enemistad y a la incomprension. Asi corrian las escuadras de un abismo a otro, buscando los escondrijos de los corsarios, y, en medio del fragor; la tierra firme corria hacia el rio y el rio hacia ella.
Habia negras tatuadas por la adivina, perfumadas de azucena, api andose a la entrada de la espesura, que se lamentaba cada vez que luchaban entre silos toros salvajes. Se habian desnudado de las aureolas de la religion y habian salido sin ningun recato de la celda del gran sacerdote después de haber profanado el templo y haber mancillado los rituales con la orina y la menstruacon, mientras se preparaban jubilosas para las escisiones.
Inventaban fabulas, pero la selva no conseguia su plenitud, no obte nia su magia mas que con la presencia de las negras, las cuales se ha bian ungido los pechos con la grasa de los muslos de un leopardo. Y en la selva, oscura por la blancura de las historias, el incauto con templaba el rapto del cielo cuando le cosquilleaba la pluma, y todo se iba oscureciendo bajo las palmas de la noche.
El globo terraqueo giraba en el cuerno de un bufalo que rumiaba en el establo. El lince, donvicto de asesinato, pedia prestado el color rubio del lago y lamia el espejo de su hembra. La negra elogiaba la materni dad de la luna y extraia de su ombligo encantadores de serpientes, prin cesas y zocos. los toros salvajes inauguraban arenas polvorientas pavimentadas con el eco. Los onagros fosfóreos, tumbados sobre unas esteras de fibra, observaban todo esto, lo observaban parpadeando al invierno de la selva y murmurando:
- El sueno es la primavera de las cosas, la ninez del ayer. Habia animales roedores, pero la naturaleza se habia provisto de abundantes oraculos. No era extrano que un dia lleno de colorido, ob roso de especias se inspirase en el helecho, y que los elegantes zorros le persiguieran y asediaran la tierra con cinturones de cuero. Sobre la nieve, estaba la sangre de una leona que sonaba desdenosamente. Unas cataratas se descolgaban sobre los hombros de la montana, hendiendo el espacio con sus enormes pasos. Un astro abria su maleta y vertia alli los alegres meteoros. Todo el mundo estaba salpicado de magia.

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Me siento en la corte de la reina,
                     mis tobillos en las brasas de la confusion. Vagabundeo e'traviado entre la derrota y la persecucion
                     y no hallo descanso en ningun lugar.
Su corona esta adornada de nieve, la pluma del orgullo entre sus mangas.
                    Elegi para ella zumo de melocotones, tal vez asi no le afectara el enojo de la compania.
Me mira igual que a su oscuro espejo,
su ligero palanquin es la torre de las apuestas.
Cada rey envia a sus emisarios:
                    ofrece el amor por aqui,
                    ofrece la guerra por alil,
y los expertos antebrazos acarrean y protegen el palanquin gracioso como la tiara de un bufon.
Me senté en la corte de la reina,
abandonada mi camisa en su camara, mientras interpelaba a mi cuerpo sobre mi pequena historia. desde los tobillos hasta los hombros.
esta es la pequena historia que atesoro.
-De donde has conseguido todo este legado?
Los emisarios de los reyes se apresuraban tras la sombra de mis pasos.
Estaba en el oro del letargo,
en el origen de la noche, exhuberante de extraneza y de conflictos.
Estaba en la corte de la reina,
y me regalaba su oculto tesoro.

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Por qué entramos en este tunel Infernal?
No hay luz,
ni un susurro, ni una conversacion.
la fabula duerme aquui.

Doblamos las armas igual que si fueran capas, después de largos intervalos de amuletos.
Nos sumergimos entre las mandibulas de las conjeturas como si nos hubiera emborrachado el éxtasis de los finales. Nuestro viaje fue abominable.

Traduccion e introduccion de: Milagros Nuin
(ZURGNI)

 

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